lunes, 20 de junio de 2011

¿Qué hacemos el domingo?

Ayer domingo, mañanita de playa, como casi todo el mundo que vive en Huelva. Lo cierto es que somos un poco masoquistas, ya que ir desde mi casa a la playa son quince minutos, mal contados, podemos ir a diario, pero... nos da por ir el día que más gente va. El caso es que intentar hacer algo en Huelva un domingo es imposible, no queda nada abierto, sólo la playa.


Cuando era pequeña y empezaba a hacer calor, le decía a mi padre que me llevara a la playa, bueno yo y mis hermanos, era como una manifestación, nos plantabamos en la puerta del cuarto de estar, con los bañadores puestos y los cubos y palas y todos a la vez, gritábamos, ¡a la playa, a la playa!, y mi padre que después de pasar un año en el desierto del Sahara buscando petróleo (siempre me ha parecido de lo más romántico), decía que él iría a la playa cuando fuera de parqué, y nos decía muy serio: "la playa está cerrada", y nosotros, nos lo creíamos, a pies juntillas, yo me imaginaba la playa con esas barreras antiguas de Cruzcampo rojas rodeando toda la orilla.

Aún así, los días que nos llevaba, hablo de antes de las vacaciones escolares (luego nos llevaba a diario, al Puerto de Santa María, tema para otro día) nos metía en un Diane 6 a pleno sol, se iba a comprar el periódico con toda la parsimonia del mundo, hablaba con el kiosquero, saludaba al vecino, mientras la santa de mi madre intentaba apaciguarnos. Cuando llegaba, nosotros evidentemente a pleno sol, se ponía  a limpiar los cristales del coche, luego por fin, arrancaba y nos ibamos a Mazagón; cuando llegabamos, yo miraba a todos lados buscando las vallas del cierre de la playa, y nunca las encontré, pero entonces sabía que ya no podía decir papá que la playa estaba cerrada, hasta que llegaba mediados de septiembre y ya no apetecía tanto ir ... entonces, mágicamente, la playa se volvía a cerrar.

De todas maneras, durante el tiempo que pasabamos en Huelva y no en el Puerto de Santa María, veraneando, porque entonces se veraneba desde que terminaba el colegio hasta que empezaba, o tempora o mores, era mi madre la que nos llevaba a la playa, iba con una amiga que tenía cinco hijos, con lo que ibamos ocho niños detras, unos encima de otros. Mi madre conducía y su amiga de copiloto, de rodillas en el asiento mirando hacia atrás y con una chancla de goma nos daba zapatillazos al primero que se movía y evidentemente nos llegaba a todos, pero no recuerdo la playa llena de gente, y creo que cuando era tan pequeña no ibamos los domingos, puede que porque entonces en Huelva hubiera algo que hacer ese día.

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