jueves, 16 de junio de 2011

23 febrero 2007: Día de los enamorados

Estar enamorada aún, después de tantos años, es pasmoso. Cuando todo el mundo piensa que según los estudios de psicólogos, sociológicos, sexológicos y todo lo que termina en lógico, dicen que dura 4 años a los máximo.

Conozco a pocas parejas que se quieran de veras. La mayoría confunde el amor con un cariño que da el roce y la convivencia, pero el nivel de amor de la pareja la mayoría de las veces hay que medirla en tus ganas de sufrir las mismas decepciones que ella.

Los hombres son mucho más competitivos que las mujeres, por lo que lo de las decepciones les sientan peor. Pero claro todo esto es un lugar común, normalmente, también se dice que las mujeres aguantan los problemas cotidianos más estoicamente, y en la mayoría de los casos, evitan que sus parejas tengan contrariedades, la consecuencia de todo esto es que la mayoría de las mujeres carguen con todo el peso de las preocupaciones cotidianas, pero ¿por amor o por sentirse imprescindibles para su pareja?, el éxito está en compartir.

Personalmente creo que cuando el amor se termina, esas preocupaciones diarias no se comparten, y creo que esto se convierte en el primer paso para el alejamiento. Todos los 14 de febrero nos dan unas pautas para mantener el amor y la pasión, pero no es cierto que en ese día hortera se nos abra la mente con estudios tontos sobre las relaciones humanas, tema demasiado complejo como para sajarlo con una encuesta de los preservativos de turno.

Está claro desde hace años, según los expertos en la materia, que no se puede confundir enamoramiento con amor, el enamoramiento dura días, nada más. El amor puede durar toda la vida. Por eso me parece espantoso el día de los enamorados, que un día al año te tengan que recordar que estas enamorada, o en el peor de los casos, que no tienes a nadie en tu vida, es en el primer caso absurdo y en el segundo cruel. Y es por eso que esta entrada en el blog, propia del día de los enamorados se haga días después, no necesito que los centros comerciales de turno me recuerden absurdamente que aunque ya no pueda estar enamorada, amo.

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